No sé qué podría haber sido lo que exactamente pasó. Pudo ser que me haya levantado a las 6 AM, que haya corrido para llegar a la Facultad, que hubiera esperado horas para hacer un trámite que se frustró, que haya corrido de sala en sala buscando mechones y amedrentarlos, que el tipo que me trataba de explicar qué diablos era la "jurisdicción" hablaba muy bajo (o yo era el que estaba muy arriba en la sala), o que el aire (ambiente) que había en la reunión del colectivo estaba demasiado denso. Pudo ser el dolor de cabeza, los recuerdos, las imágenes borrosas y lejanas, el dolor de desilusiones pasadas y de heridas que no cerraron (mejor dicho, que aún no habían cerrado), las ansias de poder reivindicarme, de volver a sentir cosas que hace mucho tiempo ya que no siento. En fin, aunque podrían haber sido varios los motivos que pudieran explicarlo nada me convence de por qué al mirar hacia el frontis desde el patio, y justo cuando apareció aquella muchacha de piel morena y ojos tímidamente expresivos (con la cual nunca me había cruzado en mi vida) dando la espalda al furioso crepúsculo, resonó en mis oídos casi como música ambiental un estribillo que no sé su significado pero sí lo que realmente significa:
Ohhhh oh, amara zaia sonhei...