¿Encontraría a la Maga?
Julio Cortázar, Rayuela
Preciso confesar, para que lo que justifican estas líneas, que solo he estado enamorado una vez en mi vida y que de eso ya hay un lustro.
Lo frágil de la memoria, sobre todo la fragilidad de mi propia memoria, hace que el tiempo borre las huellas más superficiales; en mi caso, me he ido olvidando de su cara y de su voz, del rubor de sus mejillas cuando le canté al oído, de cuál fue el aroma de sus labios en
esa tarde de septiembre. Olvidos circunstanciales que no mellan la presencia de lo profundo, no borran el recuerdo de ese gesto de desdén, de lo mezquina que fue con su cariño o
aquellas manos entrelazadas.
Un lustro, bastantes
cambios. Aún así es que no puedo explicarme
cómo es que el tiempo me ha privado de la sonrisa;
al respecto puedo nombrar varias razones/eventos/procesos que para este caso es fútil rememorar, salvo uno: nunca más tuve noticias de ella, como realismo mágico
nos tragó la tierra un día sin dejar rastro. Pero me desvío de mi camino; estas palabras no son para hablar
de amor o
del amor, aunque podrían serlo, y así ad infinitum. Basta.
La Maga, ¿la encontraría? Tal como Julio, yo también me hice la misma pregunta, y en el afán de buscarla y/o en el intrincado pelotero de cabecear la pregunta o analizar la problemática misma, me topé sin darme cuenta con ella -por supuesto, sin darme cuenta que
ella era ni
qué era la Maga. Aprendí qué es el kharma: llorando fuera de un baño, yo me hice el hueón cuando la ví, aún teniendo lo necesario para ir a preguntarle que le pasaba, un vaso de agua y pañuelos para secar sus ojos. Hue ón, cagué como un pendejo cuando la micro lo deja tirado en medio de la nada, puros flaites pasteros dando vueltas, así como recuerdos, pesadillas dando vueltas por mi cabeza -...o era al revés?-
Cresta. Mi amargura reienta mis pantalones: hasta a acá llegó la tranquilidad en mis venas. Su cámara fotográfica resalta más que un ángulo determinado o zonas de media-luz, se mete profundo en el recoveco más escondido de mis entrañas. Pero ahí está... ¿muerta? ¿señalada? Lejos, la única certeza; lo cierto que las horas de sueño acumulado tras los barrotes de las leyes sacrolegas han hecho de mi calor un calor mustío.
Aún ansí sueño que la cámara descubre
un detalle al disparar la luz al probar su potencia, y de un plumazo borra las
pretéritas amarguras. Hay algo dentro de mí, Maga, que no busca nada más que una excusa, aquel roce, caja de Pandora, que desate toda sed de venganza (, vení!) para saciarla entre tus puertas, la única sed verdadera porque ya la justicia
se me antoja demasiado ingenua. Porque cuando me pierdo entre tus cabellos si caminas entre los otoñales plátanos del parque, cuando miro cual cara de adicto pura obscenidad recorre y la comisura de
mis labios, tus labios, susurra cual
Príncipe Ignoto las palabras de su triunfo: nadie dormirá, porque no sabes mi nombre. Y
tú, Maga,
Turandot, desesperada buscarás mi torso con tu generoso regazo, ansiosa de saciar el deseo más lascivamente ególatra que nos convoca mientras desato tus enigmas y los míos*.
* Mientras, la veo desnuda en mi cama, a contraluz, me alzo desafiante frente al frío metafísico del futuro no escrito. Así en mis tímpanos sonará la gloria:Sulla tua bocca lo dirò!...
(Quando la luce splenderà!)
Quando la luce splenderà,
(No, no, Sulla tua bocca lo dirò)
Ed il mio bacio scioglierà il silenzio
Che ti fa mia!...
(Mayo, 2010)