Hace una hora anunció su retiro de la Selección el Mago Valdivia. Le recuerdo particularmente 2 partidos brillantes. Del primero, todo el mundo se acuerda: el 4-2 contra Colombia en Medellín que nos clasificó al Mundial de
Sudáfrica; del otro, muy pocos ya: un empate a cero el 2004 contra la Argentina del profesor Pekerman que venia de golear a Uruguay, después de un partido desastroso en
Quito; uno de los últimos partidos dirigidos por el Perro Verde, quien nos negó su
talento por meses con la escusa del biotipo europeo. Ambos partidos, que son por lejos los mejores que tuvo por la
Roja, lo retratan a cuerpo completo: un jugador virtuoso y rebelde,
intratable cuando se enchufa, que pone de cabeza a las defensas rivales, pero
muy poco constante a lo largo del tiempo (dos partidos a un 100% en 10 años no es propio de un futbolista de elite). Quizás el jugador más habilidoso y con
mejor visión de juego de los que he visto, pudo ser el mejor 10 del
mundo y llevarnos de la mano a la Historia, pero solo porque él quizo terminó siendo un jugador de momentos y muchas veces un
estorbo, un Agente del Caos, del suyo propio y del colectivo. Un vivo
ejemplo para una generación tan instantanea: el talento, cuando no viene acompañado de
esfuerzo, ambición y disciplina, es lo menos importante en la vida.
(Julio de 2014)
1 comentario:
Excelente artículo, nos puede ayudar a todos en algún momento. Me encanta tu blog y siempre te leo, muchos éxitos.
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